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dos líneas 22 pts.
Guerra al Terrorismo, sin
Perder la paz: Creel Miranda
ADOLFO SANCHEZ
Ganemos la guerra al terrorismo sin perder la paz, patentizó
ante el
Presidente Vicente Fox el titular de la Segob, Santiago
Creel Miranda, quien
en enérgico discurso, señaló: ``México, como parte de su política
interior, ha
cooperado con sus aliados y amigos en el combate contra el
terrorismo
internacional. Lo hará conforme a sus principios
constitucionales y con plena
solidaridad".
Al encabezar el CLXXXII aniversario del Día de la Bandera en
el Campo Marte,
donde estuvo presente el Presidente de la República, afirmó
que hoy, en el
siglo XXI, en un mundo globalizado, la paz debe seguir
siendo nuestra divisa.
Por lo tanto, manifestó, la globalización no debe reducirse
a los asuntos
económicos, al flujo de la información o a los intercambios
culturales.
También debe de abarcar los terrenos de la paz.
Globalicemos, subrayó, el principio de la resolución de los
conflictos por la vía pacífica. Globalicemos el apego al derecho internacional
como patrón de
conducta permanente. En definitiva, globalicemos la paz.
Indicó que no hay contradicción entre los principios y los
intereses de una
nación. Los principios de una nación se adoptan para
defender, precisamente,
sus intereses. En este caso, su soberanía.
El encargado de la política interior del país apuntó que si
en lo externo
México proyecta su vocación pacifista y pugna por el respeto
al derecho
internacional, al interior de sus fronteras busca lo mismo:
la paz social en
el marco del estado de derecho.
Sostuvo que el estado de derecho conduce a la paz social. Es
tan equivocado
como inútil contraponer a la paz social con el estado de
derecho.
Ambos, externó, son piezas fundamentales de la democracia
mexicana que estamos
construyendo. Es impensable separarlos sin afectar a las
instituciones o a la
democracia misma.
La democracia avanza y perdura, señaló, porque los mexicanos
hemos adoptado
sus principios. Porque hemos sido capaces de articular
nuestra diversidad de
una manera corresponsable.
Aclaró que dialogar no denota dejar de actuar. Tampoco
significa exceder los
límites legales. Significa la oportunidad de llegar a
acuerdos, pero a partir de la ley.
Volvamos a recordar el día de hoy, indicó, que nuestra
Bandera es fruto,
precisamente, de la reconciliación, de la búsqueda de la
paz, del diálogo y de
los acuerdos. Celebramos hoy a nuestra Enseña nacional
porque el 24 de febrero
es el aniversario del Plan de Iguala, que disponía la
creación del Ejército
Trigarante, el primero que ondeó los tres colores patrios en
su emblema.
Recordemos también, abundó, que el movimiento trigarante fue
más político que
militar. Que su triunfo --ese con el que México logró su
independencia,
demostró que la verdadera fuerza no radica en las armas, o
en la riqueza, sino
en la capacidad para alcanzar acuerdos de paz y en paz.
Con esa fuerza profunda, agregó, se originó nuestra nación.
Con esa misma
fuerza, hoy construimos la democracia mexicana. En paz y sin
violencia.
La paz social y el estado de derecho, apuntó, nos permiten
funcionar como
nación, hacia adentro y hacia fuera. Ese es el símbolo que
hoy enarbola
nuestra Bandera.
Por lo tanto, manifestó, la Bandera de México es nuestro
mensaje pacifista al
mundo. Pensemos en eso cada vez que la veamos y así nuestro
orgullo nacional y
nuestro amor a México será más fuerte cada día.
Al contemplar nuestra Bandera, expuso, los mexicanos nos
sentimos hermanados,
pero sobre todo, nos sentimos protegidos. Protegidos porque
el Lábaro Patrio
enarbola los valores de la paz y también los valores de la
reconciliación.
Nuestra Bandera surge luego del tortuoso y difícil camino
que nos dio
independencia. Con ella vencimos las quimeras de la guerra,
con ella hemos
construido una nueva nación. En cada encrucijada de nuestra
historia, en cada
momento decisivo, en cada disyuntiva política, la Bandera ha
sido símbolo de
esperanza, de unión, de conciliación y, también, de
soberanía, externó.
Creel Miranda aclaró que el derrotero de nuestra Bandera y
de nuestro antiguo
escudo, es prueba inequívoca de la continuidad de la
historia nacional. De los
tiempos más remotos a la Revolución. Y, ahora, a los tiempos
de la
alternancia.