Recurre el Régimen al
Pasado Para Justificar su Incapacidad: Heladio
No
Resistirá el Campo Tanta Importación
ü Tratado Paralelo al TLC, Propone
ü Inviabilidad Fianciera del Ejido
Por
SALVADOR DEL RIO
Sin
reservas, tajante, Heladio Ramírez advierte: de no tomarse medidas responsables
y solidarias el campo no resistirá la entrada masiva a nuestro país de los
productos de importación dentro del TLC. En monocorde discurso, la actual
administración recurre al pasado para justificar su limitada capacidad para
gobernar y frente a la movilización de los campesinos del país, más por las
presiones sociales que desgastan su imagen que por una convicción, busca
apresuradamente hoy una solución a la crisis estructural que agobia al agro
nacional.
Respecto
a la idea de "reconvertir" al campo, a sus trabajadores, hacia otras
actividades y al intento privatizador de las reformas constitucionales de 1992,
el presidente de la Confederación Nacional Campesina sostiene que la
capitalización del campo y el aumento de su productividad no se cumplieron con
esas modificaciones. Antes bien, la inviabilidad financiera de las labores
agrícolas en ejidos y comunidades profundizó la desigualdad y lo que ha
florecido en las zonas de las mejores tierras es la venta y renta de las parcelas
y el agua. La riqueza se ha concentrado en los empresarios agrícolas nacionales
y trasnacionales.
Junto
con los representantes de otras organizaciones, el ex gobernador de Oaxaca y
dirigente campesino ha asistido a las deliberaciones de las mesas de
negociación que sobre los problemas del campo se llevan a cabo tras de las
grandes movilizaciones suscitadas a partir de la entrada en vigor el capítulo
agropecuario del TLC, cuyo efecto principal fue revivir la conciencia de un
amplio sector de la sociedad respecto de los problemas estructurales del agro.
No pretendemos, dice Ramírez en entrevista con EXCELSIOR, la supresión del
Tratado de Libre Comercio, sino un acuerdo paralelo que elimine la competencia
desleal que sufren los productores mexicanos frente a los de Estados Unidos.
-El
campo -dice- es hoy, sin duda, no sólo el sector más deprimido de nuestra
sociedad, sino el que sufre las consecuencias de un preocupante debilitamiento
estructural que se refleja en la improductividad, en el deterioro de nuestros
recursos naturales y en un profundo empobrecimiento, acrecentado por la dureza
de un modelo económico neoliberal que, de manera implacable, genera injusticia
y marginación.
"En
la estrategia hacia la modernidad se ha impulsado la tesis de que el capo debe
`reconvertirse', para tener un lugar en el mundo globalizado y sobrevivir. Los
campesinos hemos asumido el desafio y buscamos con afán los caminos para
hacernos eficientes y competitivos. Sin embargo, no bastan el entusiasmo ni los
buenos deseos.
"Hacer
productivo el campo y sacarlo de su marginación ancestral requiere un esfuerzo
colectivo del que no puede sustraerse el Estado. En México ni en otro lugar del
mundo puede ser obra de campesinos que, sin recursos financieros ni
tecnológicos enfrentan solos los embates de un proceso integrador profundamente
injusto e inequitativo.
"Por
eso le demandaremos al Gobierno Federal que declare en estado de emergencia al
campo y, con el concenso de las organizaciones campesinas y el Congreso de la
Unión, definamos una nueva política de Estado que atienda la debilidad
estructural de un sector del que dependen 25 millones de mexicanos".
-Cuando
se habla de la situación del campo mexicano, los principales responsables de la
actual administración suelen atribuir, como lo hacen en otros aspectos
sociales, políticos y económicos a los gobiernos de la Revolución, todos o la
mayor parte de los problemas ¿Es esto cierto? ¿En qué medida la aplicación de
la reforma agraria quedó trunca, como una asignatura pendiente del movimiento
social de 1910?
-Si nos
atenemos al discurso monocorde de la actual administración, que recurre al
pasado para justificar su limitada capacidad para gobernar, podemos entender el
lejano interés y la escasa jerarquía que el campo mexicano les merece, los
perjuicios por una obra pública que fue el puntal de la modernización del país,
así como su desdén por una reforma agraria que quisieron cancelar desde su
llegada al poder.
"Los
campesinos tenemos otra perspectiva y otra visión de la realidad. Para nosotros
no hay discontinuidad ni ruptura entre lo que hicimos ayer y lo que pretendemos
hacer mañana. El proceso de reforma agraria que canceló el latifundio y entregó
la tierra a los campesinos se renueva hoy con la vigencia de una Ley de Desarrollo
Rural que consolida nuestro derecho a un sistema de producción integral y
sustentable y puntualiza las responsabilidades y mecanismos que está obligado a
realizar el Estado para cumplir con ese derecho. En ese proceso de reforma
agraria que para nosotros no ha concluido, los campesinos aspiramos a una
política de desarrollo rural de largo plazo que permita, por un lado, lograr la
rentabilidad, capitalización y productividad del campo mexicano y, por otro,
genere nuevas oportunidades de trabajo e ingreso fuera de esas actividades en
las que. particularmeale las nuevas generaciones del campo, encuentren opciones
y perspectivas de vida que las arraiguen y eviten el éxodo.
"Para
ello, la Secretaría de la Reforma Agraria, además de conservar sus tareas actuales,
requiere absorber todos los programas relacionados con la capacitación y la
organización productiva del campo para recuperar el sentido original
establecido en toda la cadena agroalimentaria e industrial, a través de la
organización económica, así como la rectoría del Estado y su compromiso con los
sectores más vulnerables de la sociedad.
"La
tarea de organizar y capacitar a los campesinos en actividades de
transformación y comercialización de sus materias primas es de igual
importancia como lo fue el reparto agrario en su oportunidad; por lo tanto esta
actividad primordial no puede quedar en el olvido gubernamental ni afrontarse
de manera dispersa en diferentes áreas de la administración pública en un
intento por fragmentar y dispersar una institución que es vital para el
desarrollo rural integral y sustentable de los campesinos".
-Las
reformas de 1992 a la Constitución representaron ciertos cambios positivos para
los ejidatarios, principalmente en su autonomía para administrarse; sin
embargo, hay en esas modificaciones algunas que sería necesario revisar como la
posibilidad de la enajenación de las parcelas.
-Las
modificaciones al Artículo 27 constitucional y la promulgación de la
legislación agraria de 1992 colocaron en el mercado a la propiedad social y la
tierra se convirtió en un bien sujeto a la ley de la oferta y la demanda.
Los
argumentos en el sentido de alentar la capitalización del campo, aumentar su
productividad, generar empleo y sacarlo de su empobrecimiento no se cumplieron.
La inviabilidad financiera de las labores agrícolas en ejidos y comunidades
profundizó la desigualdad y lo que ha florecido en las zonas de las mejores
tierras es la venta y renta de las parcelas y el agua. La riqueza se ha
concentrado con desmesura en los empresarios agrícolas nacionales y
trasnacionales, mientras a cuentagotas llegan las oportunidades a los
campesinos pobres.
"Revertir
ese fenómeno nos ha llevado a resistir las presiones para desaparecer el
componente colectivo en la tenencia de la tierra de ejidos, comunidades y
colonias y plantear la defensa de la propiedad social ante los embates de los
especuladores y del propio gobierno.
"El
28 de agosto de 1996 las organizaciones campesinas firmamos un acuerdo agrario
con el Gobierno de la República. En él convenimos suplir la imposibilidad
material y jurídica de entregar tierras a los grupos derechos por el
financiamiento de proyectos productivos; sin embargo, el incumplimiento de este
compromiso ha levantado inconformidad y provocado desencanto entre los campesinos
y sus organizaciones".
Por
ello la CNC ha planteado, en el marco del diálogo de las organizaciones
campesinas con el Gobierno Federal la conveniencia de asignar un presupuesto
multianual con crecimiento real para el fortalecimiento de la organización
económica, la transformación orde lda de la propiedad y la creación de un
sistema de seguridad social para los sujetos de derechos agrarios, ubicados en
la etapa de adultos mayores, así como la transformación de organismos
vinculados al desarrollo agrario para que sirvan mejor a los intereses
campesinos.
Nuestra
lucha por delante es "impulsar un proyecto de reforma agraria que, sin
cerrar los ojos ante la realidad del libre mercado en el que México está
inserto, se apoye en una política económica y social propia, cuya visión
integral y amplio espectro llegue a las causas del atraso y modernice a la
sociedad rural con base en nuestros valores, intereses y la capacidad creativa
de nuestro pueblo".
-Pero
el campesino pobre no es aún sujeto de crédito...
-En la
CNC sabemos que lo que antes fue una lucha por recuperar las tierras
ancestrales hoy es un combate diferente y más complejo. Ahora luchamos al mismo
tiempo por la erradicación de la pobreza y las desigualdades sociales, por una
articulación más justa de la economía campesina con los demás sectores de la
economía nacional y, en esta tarea, el acceso al crédito para los campesinos
pobres es de la mayor importancia...
En el
marco del diálogo de las organizaciones campesinas con el Gobierno Federal la CNC
ha propuesto que los instrumentos del Estado relacionados con el financiamiento
en el medio rural tengan una acción más eficiente para que verdaderamente
reactiven la economía campesina. Por ello planteamos la conveniencia de crear
una banca social de desarrollo que impulse opciones productivas y empresariales
con capital, estímulos, capacitación y financiamiento en regiones marginadas.
Concebimos al sistema financiero rural desde una perspectiva amplia, integrado
por operaciones crediticias directas y de descuento acompañado de un amplio
frente de fondos de aseguramiento y primas accesibles con subsidios
transparentes, respaldados por esquemas de una red de almacenamiento de
depósito, complementado por fondos de inversión y garantía, promotores de la capitalización,
fomento y formación de agronegocios para pequeños productores. Nuestra lucha no
es sólo para que los hombres de la tierra se liberen de la pobreza, sino para
que el campo no desaparezca y con él la posibilidad de construir una nación
libre y soberana para las futuras generaciones.
-¿Cuáles
son los principales efectos negativos de la cancelación de aranceles a los
productos importados dentro del TLC? ¿Sería necesario revisar el Tratado o sólo
bastaría con renegociar, a través de los mecanismos previstos en ese
instrumento y en otras instancias internacionales como la Organización Mundial
de Comercio, los sectores afectados con la apertura?
-De no
adoptarse medidas responsables y solidarias, el campo mexicano no resistirá la
entrada masiva a nuestro país de granos básicos, de productos cárnicos, de
celulósicos y agroindustriales ni una caída más profunda de nuestros precios
agrícolas y el desplome del empleo rural. La liberación de aranceles, vigente
desde el 1º de enero del 2003 impactará negativamente a la avicultura, la
porcicultura, la ganadería, el sector apícola, a los productores de garbanzo,
cebada, a los fabricantes de alimentos balanceados y engordadores de ganado, a
la industria química y de derivados del maíz al igual que las malteras y
cerveceras, que ya enfrentan dificultades estructurales que ponen en riesgo su
viabilidad comercial. Encontrar una salida a este problema compromete a todos.
No es un asunto sólo agropecuario o de desarrollo rural; es, sobre todo, un
asunto de estrategia nacional.
"La
CNC, ante este escenario no busca destruir o cancelar el TLCAN. Mucho menos
afectar a otros sectores de la economía nacional. Lo que queremos es no ser los
eternos perdedores. No queremos ser excluidos ni marginados. Menos arrasados y
avasallados en nuestros propios mercados.
"Lo
que queremos los campesinos es que este acuerdo paralelo permita actualizar el
clausurado referente a los subsidios agropecuarios, ampliar el concepto de daño
económico y los mecanismos de emergencia y salvaguarda correspondientes, así
como revisar los grupos deficitarios de la balanza comercial agropecuaria e
incluir cláusulas específicas para productos y fracciones arancelarias que
eviten despojos en el mercado de origen. Este acuerdo es posible jurídica,
política y diplomáticamente, amarrarnos las manos y decir simplemente que no se
puede es una actitud simplista, equivocada y evidencia una falta de visión
histórica y compromiso con 25 millones de campesinos mexicanos".
-La
entrada en vigor del capítulo agropecuario generó una movilización de
prácticamente la totalidad de las organizaciones campesinas. ¿Puede esperarse
que esta toma de conciencia, que se extiende a otros sectores de la sociedad
desemboque en soluciones concretas, en la aplicación de una nueva política en
relación con el agro?
-El
gobierno busca apresuradamente hoy una solución a la crisis estructural que
agobia al campo mexicano más por las presiones sociales que desgastan su imagen
que por una convicción. Sin embargo, esta difícil coyuntura está adquiriendo
una dimensión política de tal envergadura que no se le pueden dar ya simples
salidas burocráticas. Los campesinos reclaman una solución y compromisos
concretos del gobierno a un campo que ya no puede esperar. La tarea que se
tiene por delante es un desafío de magnitudes insospechadas y hoy más que nunca
corresponde a la política y a los políticos; a las organizaciones y al gobierno
encontrar las respuestas más adecuadas. El desafío más grande es reconstruir al
campo; impulsar las reformas estructurales para hacerlo viable; hacer rentables
y competitivas a las tierras del sector social; defender los derechos de los
jornaleros sin tierra que viven en la pobreza extrema.
"El
gobierno tiene que comprender que, si queremos que nuestro campo juegue un
papel estratégico en el proceso de desarrollo de México, necesitamos construir
no sólo una política de Estado sino con ella un nuevo modelo de desarrollo. El
campo y los campesinos no renunciamos a nuestro legítimo derecho de exigir que
el Estado cumpla con su responsabilidad constitucional de proporcionarnos los
instrumentos para construir un desarrollo rural integral, sustentable y
sostenido. No queremos el asistencialismo o la caridad que humilla, ni
mendigamos recursos perpetuadores de nuestra pobreza, sometimiento y
dependencia.
"Hoy
en el país se están escuchando las voces silenciadas y hay una conciencia
social de la importancia estratégica del campo en el proyecto de nación. Por
eso confiamos en que ya nadie podrá jugar impunemente con las esperanzas de los
campesinos. Por eso, en este diálogo que tenemos con el gobierno los campesinos
no aceptaremos el `sálvese quien pueda', que es la ideología del mercado y que
se nutre de circunstancias, intereses mezquinos o visiones de corto plazo. Los
campesinos confiamos en que, en este esfuerzo de concertación, el gobierno
responda con soluciones serias y comprometidas que contribuyan a establecer las
bases de confianza y unidad imprescindibles para enfrentar la emergencia real
que vivimos".
-México
está muy lejos de alcanzar la autosuficiencia alimentaria. Se registra una
creciente dependencia de las importaciones en detrimento de nuestra soberanía.
¿Cómo elevar la productividad de los agricultores mexicanos, su acceso al
crédito y a la tecnología, sin perder lo esencial de los principios de justicia
social en los que se fundamenta la reforma agraria como parte del movimiento
revolucionario de 1910 y la constitución de 1917?
-Las
soluciones al problema de la improductividad, limitado acceso al crédito y la tecnología
tienen que ver con cambios estructurales de mediano y largo plazo en los cuales
debe involucrarse la sociedad entera.
Para la
CNC es importante que se declare al campo en situación de emergencia nacional y
se legisle para enfrentar la coyuntura. Que se provean fondos compensatorios;
se discutan y analicen presupuestos multianuales o se establezca un porcentaje
fijo del producto interno bruto destinado al sector. Los campesinos mexicanos
sabemos producir muy bien, en cantidad y calidad. Pero estamos solos y
enfrentamos una competencia desleal no sólo con nuestros homólogos, los
campesinos estadunidenses y canadienses, sino con sus gobiernos y los poderosos
recursos que poseen; los más grandes y avanzados del mundo. Por eso le exigimos
al gobierno que se mire en ese espejo. Que comprenda que nosotros, los
campesinos mexicanos, merecemos apoyos y la atención que ordena nuestra
Constitución.
"Necesitamos
que juntos, el gobierno y las organizaciones campesinas, busquemos opciones que
defiendan el futuro de la nación, porque lo que está en juego no es sólo la
supervivencia de 25 millones de campesinos que viven en la sociedad rural, sino
el destino de México, el proyecto político y económico que el Constituyente de
1917 determinó soberanamente para establecer un sistema de justicia social y de
economía regulada por el Estado. Esa es la obligación que tenemos todos:
cumplir con la letra constitucional para que México pueda ser lo que alguna vez
soñamos".