Ha Habido Protestas en
Todas las Naciones; Conflicto Artificial: Pitol
"Van
a la Guerra a Espaldas de sus Países"
Por ANA
MARIA LONGI
En el
homenaje que la comunidad de escritores de México rindió ayer en el Palacio de
Bellas Artes a Sergio Pitol con motivo de su LXX aniversario de vida; el
célebre e internacional escritor mexicano, reflexionó indignado, que si dentro
de unas horas "Bush y sus compinches abren el infierno de una guerra, ésta
será monstruosa. La prueba que hieron en el Caribe con armas que calcinan sin
dejar rastro de vida o de cosas, en cinco kilómetros a la redonda, constituye,
repito, una monstruosidad".
Por
otra parte, el multitraducido autor de El desfile del amor, Domar a la divina
garza y La vida conyugal, añadió que se trata de una guerra que la están
forjando ciertos jefes de Estado a espaldas de la ciudadanía de sus países. El
CNN, algo así como la voz de Estados Unidos, hablaron de las marchas que no han
cesado en Europa y en el mundo entero, y comentaron que Blair tiene ya el 80
por ciento de oposición a la guerra. Se trata entonces de una guerra artificial
forjada por esos miserables y en contra totalmente de la voluntad de la
población mundial", aseveró Pitol antes del cariñoso homenaje encabezado
por sus colegas Alvaro Mutis, Carlos Monsiváis, Rosa Beltrán, Pedro Angel Palou
y Adolfo Castañón.
Al
recordar a Anton Chéjov, Pitol reflexionó que para él lo más sagrado es el
cuerpo del hombre, su salud, su inteligencia, su talento, su inspiración y su
amor a la libertad. "Y una de las libertades más cercanas a lo absoluto,
pienso yo en este momento de crisis, es la libertad de oponerse a la violencia
y a la mentira. Otra que está ahí esperándonos siempre, está apoyada en la
tolerancia. Una palabra de amplio uso en este siglo entre los medios
civilizados, pero poco prácticada. De ella -anotó el escritor radicado en
Jalapa-, emana una fragancia de generosidad, de valor, de sensibilidad moral.
Una palabra que asociamos con la idea de civilización, empero, que sin ella, la
libertad está coja y sin vigencia, caprichosa o epidérmica. No tengo idea de
cuándo haya adquirido este vocablo en nuestra lengua la acepción actual de
respeto a opiniones, usos y creencias de los otros. El vocablo está ya
incorporado en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en su segunda
edición, en 1783. Pero allí sólo significaba: Sufrimiento, paciencia, aguante.
Permisión y disimulo de lo que no se debiera sufrir del que lo ejecuta.
Explicó
que el Siglo de las Luces, privilegia este concepto y lo coloca en una alta
jerarquía en términos de civilización. Voltaire y Diderot, fueron sus ángeles
tutelares. en este siglo nuestro que tal vez tenga más de mostruoso que de
radiante, el término ha conocido una visible ubicuidad. A partir de la primera
guerra mundial todo lo incorporamos a nuestro léxico. Lo invocamos como un
sortilegio que nos libra del mal. Lo colocamos como una barrera que detiene la
embestida de la brutalidad y el salvajismo. En nuestro siglo Bajtín es uno de
sus paladines: Su noción de dialogismo posibilita atender voces distintas y aún
opuestas con igual atención. "Sólo dañamos a los demás cuando somos
incapaces de imaginarlos", escribe Carlos Fuentes. "La democracia
política y la convivencia civilizada entre los hombres, exigen la tolerancia y
la aceptación de valores e ideas distintos a los nuestros", dice Octavio
Paz.
El
Pitol de El arte de la fuga, considerado por la crítica española como uno de
los 10 mejores libros publicados en 1997 en España, y el ganador de los premios
mexicanos Xavier Villaurrutia, Mazatlán y Nacional de Literatura, así como del
Herralde de Novela en España y el de la Asociación Europea de Escritores en
Polonia, aseguró que jamás ha podido separar al hombre del escritor. "Mi
vida y mi escritura son casi una unidad. Y es que todo lo que escribo es parte
de mi vida y de mis experiencias. Esto es, porque la Literatura me da impulsos
aunque también me da bajas, cuando al proponerme retos, encuentro muchas
dificultades. De esta manera un escritor -creo- tiene la necesidad a los 70
años, de acelerar todo el tiempo posible para terminar todos los proyectos que
va uno demorando. Y bueno, lo que puedo pensar en estos momentos de tanto
afecto y bondad por parte de mis amigos, es que ya restan pocos años. La vida
ya pasó. Cuando mucho una década. Una década y media que no es nada. No
obstante, no puedo negar que al mismo tiempo, tengo esa necesidad de terminar
los proyectos que he tenido desde hace tiempo, pero sin hacer a un lado el
disfrute de la vida. Viajar. Ver cosas. El ver más. Pues curiosamente desde el
año pasado me he releído mucho, casi todo, porque están preparannd mis obras
completas, en el Fondo de Cultura Económica. El primero y segundo volumen están
por salir este año".
Emocionado,
dijo también, que una tarde comenzó a escribir y no pudo detenerse sino hasta
el amanecer. "En unas cuantas semanas escribí mis tres primeros cuentos:
Victoria Ferri cuenta un cuento, Amalia otero y Los Ferri. Escribía, como suele
decirse, en una especie de fiebre, en un trance, pero con la diferencia abismal
de que en ese ejercicio la voluntad ordenaba conscientemente el flujo del
lenguaje. Asistía, pues, a la aparición de una forma, a la aplicación de una
matemática del caos. Fue aquella mi primera incursión activa en la literatura.
Mi salto a la escritura".
Finalmente,
Pitol habló de la dignidad humana ante la rebasada Sala Ponce del PBA. Dijo que
para empezar, creía con fervor en el humanismo y consideraba al Renacimiento
como el más excepcional periodo que ha forjado la historia. "El
Renacimiento ha sido uno de los más inmensos milagros que han tenido lugar en
este mundo que habitamos. Tuvo su inicio en algunas ciudades italianas, se
extendió con prontitud por Europa, recorrió todos los continentes y
paulatinamente, a través de los siglos, todos los habitantes del universo hemos
sido -aunque la mayoría ni siquiera lo suponga- beneficiados por sus
revelaciones. El Renacimiento significó el descubrimiento del hombre moderno,
aquel que se permitió juzgar con toda libertad al mundo y a sí mismo. Aún hasta
dudar de todo aquello que anteriormente se había considerado intocable y
sagrado".
"Creo
en las palabras de un filósofo que en plena juventud, a finales del siglo XV,
pugnó por rescatar la dignidad de la persona humana. Este filósofo se llamó
Pico della Mirandola, un italiano de la Lombardía, quien a los veintidós años
escribió un notabilísimo Tratado sobre la dignidad humana. Luis Villoro, un
filósofo mexicano, nuestro contemporáneo, me ayudó a entender a través de su
bello libro Filosofía del renacimiento la grandeza y audacia inigualables del
pensamiento de aquel joven italiano. Pico refutó la cosmogonía tradicional del
cristianismo medieval. Intuyó que el mundo creado por Dios, antes de que
apareciera el hombre, era un mundo pleno, compacto, perfectamente definido; la
naturaleza estaba ya formada hasta el último detalle; nada faltaba en ella: Los
astros giraban y seguían el cauce que el Creador les había instituido, cada
cosa obedecía a su propia naturaleza, no había ningún lugar donde situar a
aquel nuevo poblador del Universo: El Hombre. ¿Dónde colocarlo? Dios, el
artífice supremo, estableció al fin que todo lo que había asignado
individualmente a los demás elementos fuera común a aquel a quien no le habían
podido dar nada propio".
En el
acto celebratorio, Pitol expuso que de esa manera, Dios hizo al hombre como una
obra de naturaleza indefinida, y poniéndolo en el corazón del mundo le habló de
esta manera: "No te he dado, Adán, un lugar determinado ni un aspecto
propio, ni una prerrogativa tuya para que tú puedas por ti mismo obtener el
lugar, el aspecto y la prerrogativa que desees, según tu propósito y buen
consejo". Lo que significaba nada menos -concluyó el gran novelista- que
el hombre tenía la posibilidad de elegir por sí mismo su lugar en el
Universo".
En el
Homenaje, Carlos Monsiváis, dijo que siempre se ha mostrado como un gran
admirador del Maestro Pitol, simplemente porque es "admirable. Es decir,
se trata de una relación causa-efecto. Una obra admirable que causa admiración
y en mi caso sustentada en una amistad que al parecer podría prejuiciarme, pero
al leerla me entero de que nó. Pues efectivamente se trata de un gran escritor,
de una mirada única y de una visión muy gozosa de la realidad, tanto en sus
pesadumbres como en sus alegrías y una visión gozosa de esa naturaleza, atrae y
obliga al elogio".
Rosa
Beltrán recordó que Don Sergio ha dicho que él en los libros que ha leído, la
pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Y
que uno era también su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores,
bastantes fastidios y una suma mermada por infinitas restas. "Pitol -dijo
la escritora-, no es sólo nuestro escritor más europeo, porque su estilo está
marcado por esas influencias, sino también porque es el autor que más
novelistas nos trajo de Europa. Sus traducciones son invaluables formas de
compartir a los hombres de entonces".
Adolfo
Castañón anotó que Pitol es un régimen a tres tiempos. Un régimen nocturno
representado por las novelas, cuentos y fantasías. Un diurno, encarnado en los
artículos y crónicas; y uno más crepuscular y auroral fluídamente cristalizado
en los ensayos de la última época y escritos en forma de concierto y, sinfonía
para evocar a su querido Angel María Ribellino, donde los dos tiempos de la
imaginación y de la historia se funden, litigan y sabe abrir los ojos al filo
de las realidades paralelas.
Luego
de que Alvaro Mutis improvisó emocionado todo el esplendor literario que lo ha
unido desde siempre a Pitol dentro de una amistad luminosa, Pedro Angel Palou,
dijo que de una corriente imaginativa nacen sus libros como en un ensueño,
"como el despertar".