Cómo Salvó el Mago el
box Para la Q
ü Se Adelanto a Canel en el Resultado
Louis-Conn
ü El día que Inventó Septién un Juego
de Beisbol
Por
JOSE RAMON GARMABELLA
- II -
Pedro
Septién Orozco, el Mago, ha sido hombre cuya trayectoria está salpicada de anécdotas
y sucesos, donde su ingenio para notas exclusivas caminó a la vera de la
picaresca. Una de sus grandes anécdotas, por ejemplo, ocurrió en ocasión de la
revancha en Joe Louis y Billy Conn, celebrada en el Yanqui Stadium el 19 de
junio de 1946. He aquí la historia que el Mago, sonriente, comienza a narrar:
La
pelea se celebró en la XEQ:
"Mira,
chavo, un día llegaron ejecutivos de la Gillette a México, a averiguar cual era
la mejor estación de radio para trasmitir la revancha entre Joe Louis y Billy
Conn, que se celebraría en el Yanqui Stadium el 19 de junio de 1946. Había
levantado gran expectación, porque en la pelea anterior, celebrada cinco años
antes, 18 de junio de 1941, Conn, no obstante ser más pequeño, era campeón
mundial semicompleto, había hecho ver mal al gran Bombardero Café, quien tuvo
qué llegar hasta el round número 13, antes de ponerlo fuera de combate, y
cuando las puntuaciones de los jueces le eran desfavorables hasta ese momento.
Aquellos ejecutivos supieron que la estación radiofónica más importante de
México era la XEW y decidieron que, a través de su frecuencia, 900 kilociclos,
se transmitiría el combate. Don Enrique Contel, el gerente de la XEQ, estaba
muy preocupado porque era la estación deportiva por excelencia, y si la pelea
sería transmitida por la W, ni modo de hacer algo, dado que las dos estaciones
eran de don Emilio Azcárraga Vidaurreta. Y un día me mandó llamar Contel a su
oficina para decirme: `Le mandé llamar para despedirme de usted porque, a pasar
a la XEW, y lo primero que hará en esa estación será trasmitir la pelea de Joe
Louis'... Yo me quedé sorprendido ante aquellas palabras y le respondí: `Bueno,
si usted me corre, ni hablar. Pero conste que yo no me quiero ir de la estación
y es más, ni siquiera me voy a presentar en la XEW, porque de aquí me voy a mi
rancho a Querétaro v me olvido de todo'... El viejo comenzó a llorar
diciéndome, además, que no podía hacer nada, ya que eran órdenes superiores y
no fuera yo tonto, porque en ello radicaba mi futuro. Total, al día siguiente,
siguiendo las instrucciones de Contel, me presenté en la W, donde me recibió en
su despacho Othón Vélez, gerente de la estación, rodeado de reporteros y
fotógrafos de prensa, para anunciar que desde la llamada Voz de la América
Latina desde Méxicovose transmitiría la pelea y yo sería el cronista. Vélez,
quien era un hombre déspota, me dio la bienvenida diciendo que al fin iba yo a
trabajar en una verdadera estación de radio; le respondí que también lo era la
XEQ, y como se quedó sorprendido ante mi respuesta, aproveché para añadirle:
`Señor, no se olvide usted que yo trabajo para la XEQ y si he venido aquí es
por acatar órdenes de don Enrique Contel'... Dijo despectivo: `¡Ah, el borracho
de Contel!... Sin embargo, dándose cuenta de su exceso, pidió a los reporteros
que no publicaran aquello y luego me preguntó con su altanería característica:
`¿De qué se trata contigo?'... Yo, sin perder la calma, le contesté: `Señor, le
reitero a usted que yo trabajo en la XEQ, y si quiere que yo trasmita la pelea
para la XEW, debería tomar el teléfono y pedirle a don Enrique que me preste
por esta vez'... Me gritó visiblemente enojado y hasta congestionado: "¡Es
que ya no vas a regresar a la Q!'... Y yo, empezando también ya a enojarme, le
levanté ligeramente la voz diciéndole que además de tener en la XEQ tiempo para
transmitir juegos de beisbol y todo lo que quisiera, yo sólo recibía órdenes de
Enrique Contel; Othón Vélez, poniendo punto final a la hasta tormentosa
reunión, dijo que eso no lo iba a poder ya hacer, porque el perfil de la XEW
era otro y una de dos: o aceptaba pasar a su estación o estaría fuera de la
organización. Salí de su despacho sin añadir nada más y, cuando fui con Contel
para informarle lo que había ocurrido, él ya estaba enterado y me preguntó:
`¿Por qué hiciste eso? Bien sabes que yo no puedo hacer nada'... Lo tranquilicé
diciéndole que en las próximas horas pasarían muchas cosas y que a pesar de los
pesares, la XEQ transmitiría la pelea de Joe Louis y Billy Conn..."
El
Mago, preguntándole al reportero "¿entiendes chavo, cómo estuvo la
jugada?", estira las largas piernas antes de continuar el relato:
"Fui
entonces al parque Delta y comencé a pasearme cerca del palco de Jorge Pasquel;
al verme, me mandó llamar para preguntarme si yo iba a trasmitir la pelea; como
le respondí que no, dijo entonces que Raúl Talán, aquel famoso boxeador que
fuera un verdadero ídolo, lo haría, teniendo como fuente el teletipo de
Novedades; ya a esas alturas, la XEB también había hecho el anuncio de la trasmisión
del combate y sería Julio Sotelo el cronista basándose en el teletipo de
EXCELSIOR, mientras que otra estación usaría el de El Universal, aunque sin
designar todavía al cronista. Volví a la oficina de Enrique Contel en la XEQ,
quien aparte de comentarme que iríamos en defensa de los intereses de la
estación, me preguntó qué periódico quedaba para utilizar sus servicios y le
respondí que el Esto, del coronel José García Valseca. Fui a ver al coronel, un
tipo en verdad pintoresco, a quien le encantó la idea de utilizar a su
periódico para la transmisión y no sólo se ofreció a instalar altavoces en
todas las calles del centro, sino, incluso, puso al día siguiente en la portada
del periódico, una fotografía mía, informando que yo la trasmitiría. Mi idea, sin
embargo, aunque por razones obvias no se lo dije, era muy otra: si bien es
verdad que durante todo el tiempo de la trasmisión yo le daría crédito al Esto,
lo cierto era que iba a emplear otro recurso que nadie se imaginaba hasta ese
momento. Y ese mismo día de los acontecimientos, salía hacia Nueva York Ricardo
López Méndez, el Vate, además magnífico poeta y autor de varias letras de las
canciones de Guty Cárdenas, pues él iba a ser locutor comercial de la
transmisión de la XEW, cuyo cronista sería Buck Canel, exclusivo de la
Cabalgata Deportiva Gillette..."
FERRUSQUILLA
FUE JOE LOUIS:
El Mago
Septién sonríe divertido al recordar aquel célebre episodio, clásico en la
historia de la radiodifusión mexicana, y dándole un sorbo al refresco de piña,
prosigue:
"Llegó
la noche de la pelea. El hermano de don Enrique Contel era jefe de operadores
de la XEW y le pedí que me conectara con lo que le llegaría de Nueva York; como
no me entendiera, se lo expliqué: `Mire usted, yo lo que quiero es escuchar
cosas que la gente no vaya a escuchar como son las peleas preliminares, las
cuales las voy a mezclar con discos de ambiente'... Le pedí a Enrique Contel,
antes a aconsejarle que se fuera a pasear en su automóvil, porque estaba muy
nervioso, que quería entrar al aire 30 minutos antes de la pelea, pidiéndole al
mismo tiempo su autorización de cortar el programa que estuviera en ese
momento. Así fue. Cuando estaban cantando las hermanas Landín, le pedí al
operador Pancho Cárdenas, tamaulipeco, y quien luego llegó a ser gobernador de
su Estado, que cortara el programa para entrar yo al aire. Y, mientras puse
discos de ambiente, me coloqué dos audifonos para en uno escuchar cómo estaban
las cosas en el Yanqui Stadium y en el otro mi propia transmisión. Como se
estaba celebrando apenas la pelea semifinal y el contrato con la Gillette
establecía que la transmisión de la XEW comenzaría desde el momento en que Joe
Louis y Billy Conn subieran al ring, no antes, empecé a narrar la pelea sin
más; huelga decir que cuando ya iba en el segundo asalto, la conmoción se
apoderó de la XEW, y hasta pensaron en cortar su transmisión porque,
calculaban, no tenía caso seguirla pues ya me les había adelantado. Y cuando lo
consideré oportuno narré el nocaut de Joe Louis a Billy Conn para luego pasarle
el micrófono a Humberto G. Tamayo, mi locutor comercial, quien dijo al aire:
`Han escuchado ustedes en la voz del dinámico y espectacular Mago Septién la
grabación del nocaut que en la pelea anterior le asestara Joe Louis a Billy
Conn; ahora escuchen la narración de la pelea de hoy'... Y mientras se
celebraba la pelea semifinal, llegó José Angel Ferrusquilla, mi gran amigo, y
cerrándole un ojo, dije al micrófono: `Vamos al vestidor de Joe Louis que
seguramente estará ya haciendo sus ejercicios de calentamiento para la pelea;
sí, amigos, la XEQ los llevará en exclusiva a la catacumba del Yanqui Stadium,
donde se vestía de pelotero el gran Babe Ruth'... Y todavía, para echarle más
salsa al asunto, fui diciendo, entre efectos de estadio: `Y aquí está Jack
Dempsey acompañado por actores como Paul Muni, Gary Cooper, Humphrey Bogart y
Lana Turner', a la par que intercalaba la frase: excúseme, para dar la
impresión que circulaba entre ellos. El gran Ferrusquilla se moría literalmente
de risa, y cuando supuestamente yo tocaba la puerta del vestuario, que no era
sino golpear con los nudillos la mesa, él gritó lejos del micrófono `¡Come in!'
y luego de describir los dizque ejercicios de calentamiento, José Angel se
acercó al micrófono e, imitando la voz de Joe Louis, lo entrevisté; y no sólo
eso, sino que también me alcancé la puntada de decir que uno de los séconds del
campeón mundial hablaba español y Ferrusquilla, haciendo otra voz, imitó a un
pocho..."
La
estruendosa e inconfundible carcajada del Mago Septién, inunda la casa, antes
de proseguir:
"Cuando
vi el reloj y la pelea estaba a punto de comenzar, corté aquello diciendo que era ya el momento de ocupar
nuestra localidad en ringside. Y vino
la pelea donde, reitero, yo en un audífono escuchaba la transmisión de Buck Canel, y mientras él hacía lagunas en
su narración, yo iba narrando golpe por golpe, y si él decía por ejemplo, que
Joe Louis se había quedado corto con la izquierda, yo, a cambio, decía que había
conectado una fuerte de derecha que cimbraba al retador. Pero lo mejor vino con
el desenlace de la pelea: cuando Billy Conn cayó en el octavo asalto, la
gritería se desató en el Yanqui Stadium, al grado de impedir escuchar al
narrador de la XEW; y como yo conocía las reglas de Nueva York y sabía que
luego de derribar a su retador, Joe Louis se había retirado a una esquina
neutral a efecto que el réferi Mike Donovan iniciara el conteo, de acuerdo con
el tomador de tiempo, por medio de mi cronómetro, empecé a gritar la cuenta, y
cuando sonó la campana poniendo fin al combate, anuncié la victoria de Louis,
mientras que Buck Canel decía que a Conn lo había salvado esa misma campana.
Como las trasmisiones, chavo, hay qué terminarlas en el clímax, rematé tan sólo
diciendo: `Joe Louis sigue siendo campeón del mundo. Muy buenas noches'...
Todo, mientras en Nueva York se deshacian en explicaciones ante el auditorio,
diciendo que en realidad la pelea había concluido. Y, al terminar la
transmisión, fui inmediatamente a la oficina de don Enrique Contel, quien en
compañía de Cantinflas, que era muy aficionado al boxeo, comía mariscos y bebía
champaña. Apenas entré, aparte de felicitarme con un abrazo, me preguntó:
`¿Sabes quién me acaba de hablar? Sin esperar mi respuesta, añadió: `Othón
Vélez, que luego de ofrecerme disculpas, me preguntó qué servicios había
utilizado para la trasmisión, y cuando le dije que los de la XEW, a punto
estuvo de darle el soponcio; y no sólo eso, sino que prometió que jamás la XEW
volvería a meterse en un evento deportivo', luego me dijo que me fuera a mi
rancho a Querétaro o donde yo quisiera, porque la gente creía que yo había
estado en Nueva York y hasta entrevistado a Joe Louis y, por la credibilidad de
la estación, no era conveniente que me vieran por unos días"
EL DIA
QUE INVENTO UN JUEGO DE BEISBOL
Otra
anécdota célebre del muy ilustre don Pedro Septién Orozco fue cuando narró a
través de la radio un inexistente juego de beisbol. Y al solicitarle que la
recuerde, asiente con una sonrisa:
"Sí,
pero antes de hacerlo, tengo que irme un poco más atrás: un día pedí hablar con
don Enrique Contel y le dije que había una manera de mejorar las trasmisiones
deportivas de la XEQ. Como el hombre me vio con gesto de extrañeza,
aprovechando que tenía un mapa gigantesco de la República detrás de su
escritorio, empecé a señalar sitios y a preguntarle: `¿Qué se juega en
Chihuahua?' Me respondió que beisbol. `¿Y en Sonora?' Beisbol, tornó a
responderme. `¿Y en Tampico, la tierra natal de don Emilio Azcárraga, nuestro
patrón?' La respuesta fue la misma. Y él. a su vez, me preguntó: `¿Qué me
quieres decir con eso?' Yo le respondí: Pues, señor, que trasmitamos los
partidos de beisbol, porque además que me gustaría ganar más dinero, estamos
desperdiciando un filón, porque hay partido casi todos los días'... Don Enrique
me pidió que me presentara con él al día siguiente muy temprano pero ese mismo
día fuí a ver a Ernesto Carmona, fundador de los Diablos Rojos del México y por
esos días presidente de la Liga Mexicana junto con Fray Nano, para informarle
que la XEQ iba a transmitir por radio los partidos. Cuando volví a ver a don
Enrique, de acuerdo a lo convenido el día anterior, me subió a su automóvil y
le ordenó a su chofer que se dirigiera hacia la cervecería Modelo pues, me
comentó, ya estaría esperándonos don Pablo Díez. Y, al entrar a su oficina, le
dijo Contel a don Pablo: `Mira, veo muy difícil que los que hoy toman XX
cambien a Corona; pero sí puedo hacer que sus hijos tomen el día de mañana tu
cerveza'... Don Pablo abrió una puerta que era medio secreta y alrededor de una
mesa estaban sentados sus directivos, todos ellos españoles; les hice la misma
explicación con el mapa y como remate le dijo Contel: `Pablo, mañana te voy a
enseñar lo que es el beisbol'... Yo, acorde a lo convenido, los esperaría al
día siguiente en la puerta de pases del Parque Delta y cuando llegaron Enrique
Contel y Pablo Díez, el dueño de la Modelo se sorprendió que hubiera tanta
gente haciendo cola alrededor de las taquillas y máxime que era entre semana; y
es que tiraba Martín Dihigo contra Ramón Bragaña. Luego, cuando entramos, me
pidió don Enrique que le dijera a Martín si permitía que se acercaran los dos
cuando estuviera calentando el brazo; le dije que era un hombre muy difícil y,
moviendo la cabeza de un lado a otro, expresó con firmeza: `Eso yo lo
arreglo'... Se quitó a continuación el reloj de oro que llevaba en la pulsera y
me lo dio para que yo se lo obsequiara a Dihigo; y aunque al principio se negó
a aceptarlo, terminó por aceptar; total, entramos al diamante cuando ya
tronaban los guantes, le expliqué a Pablo Díez lo que era el beisbol y quedó
encantado. Fue así como vendí el beisbol para la radio"
Luego
de una breve pausa y tomar a estirar las largas piernas, prosigue:
"Ahora,
Jorge Pasquel era rico de familia y parecía hasta artista de cine por la forma
como se vestía. Pero a Pasquel a finales de los treinta nadie lo conocía fuera
de su ámbito y pensó en comprar al Aguila de Veracruz, cuyo dueño era Francisco
Rodríguez Clavería, que de no haber muerto, habría sido con seguridad el
sucesor de Adolfo Ruiz Cortines en la Presidencia de la República; la venta no
se hizo, a pesar que Jorge le puso sobre la mesa un cheque en blanco. La
temporada en la Liga Mexicana estaba a punto de empezar, faltaban tres días, y
Jorge Pasquel, durante uno de sus arranques de audacia tan proverbiales en él,
compró el Parque Delta para remodelarlo haciendo que los equipos capitalinos
empezaran jugando en el Venustiano Carranza; Pasquel, no contento con ello,
compró también el parque de Veracruz, dejando sin estadio al Aguila, de
Rodríguez Clavería. Y todavía no satisfecho, le dio dinero a Fray Nano para que
aumentara al triple el tiraje de la afición; pero éste, temeroso de perder el
poder que tenía e ela Liga, ante ese auténtico huracán que se avecinaba y se
llamaba Jorge Pasquel, sólo dio importancia en las páginas del periódico al
resultado de los juegos sin mencionar para nada, o apenas lo indispensable, a
quien le había otorgado los fondos para hacer crecer a la afición; Pasquel,
entonces, fundó el Novedades, trayendo a periodistas de Cuba que hicieron de la
sección deportiva una dedicada por completo a la pelota y donde, por supuesto,
él era el gran benefactor del beisbol mexicano. Y, en 1940, yo ya andaba
inventando por la radio, juegos de las Ligas Mayores, entró Jorge Pasquel de
lleno al beisbol y fundó los Diablos Rojos del México, junto con Ernesto
Carmona, aunque en realidad fue él quien puso el dinero. Luego, compró todos
los equipos y aprovechando que los peloteros negros no podían jugar en las
Ligas Mayores, y que por la guerra mucho blancos no querían estar en Estados
Unidos por temor a ser reclutados, trajo a México a los mejores jugadores,
repartiéndolos entre los equipos; fue así, por ejemplo, como Salvatore Maglie
jugó en el Puebla. Pasquel tenía en la capital a los azules del Veracruz y a
los Diablos Rojos, y tenía también equipos en Puebla, Torreón, Chihuahua,
Laredo y Monterrey. Don Emilio Azcárraga Vidaurreta ordenó que los juegos del
Veracruz fueran trasmitidos por la XEW desde el puerto, por Luis de Cáceres,
hasta que un día el propio Pasquel lo corrió ("Ya estoy cansado de
escuchar sus tonterías, como esa que cada vez que un bateador es ponchado diga
que tomó chocolate; que ese circolate se lo dé a su tiznada madre", parece
que le dijo a Luis) y Cáceres, entonces, fue a quejarse con don Emilio, quien
le autorizó a darle con todo a Jorge Pasquel, a través del micrófono,
ocasionando que al día siguiente de hacerlo, se presentara Pasquel en la
oficina de don Emilio, y abriendo abruptamente la puerta ('no estoy
acostumbrado a hacer antesalas!') comenzó a gritarle, estando a punto de
armarse una tremolina de incalculables proporciones; Azcárraga, a pesar que
también tenía su carácter, optó esa vez por contemporizar para calmarlo y
decidió entonces, que cuando quedara remodelado el Delta, yo trasmitiría los
juegos, pero por la XEQ, que era la estación deportiva por excelencia..."
Luego
del proverbial estribillo, ¿vas entendiendo, chavo, cómo estuvo la jugada?,
continúa:
"Y
aquí viene la anécdota: ya remodelado el Parque Delta pudo al fin jugarse en él
y vinieron entonces los juegos nocturnos donde habrá de recordarse, entre
otros, aquel inolvidable cuando Daniel Ríos, La Coyota, tirorjuego sin jit,
lanzando nada menos que contra Max Lanier. Pero como, repito, don Emilio
Azcárraga no quería problemas con Jorge Pasquel, una noche llegué al parque y,
ante mi sorpresa, vi las luces apagadas; y es que Pasquel, taimado como él
solo, había cambiado el horario de juego sin previo aviso a la estación con tal
de darnos en la cabeza. Y como la programación de la Q contemplaba la
transmisión de ese partido y ni modo, a esas alturas, de sustituirlo por otra
cosa, y había yo llegado veinte minutos antes, le pedí sus anotaciones del
juego a Fray Kempis y así me fui al aire porque, para terminar de complicar la
cosa, la XEQ estaba encadenada a estaciones de provincia; luego, a la altura de
la tercera entrada, se presentaron ante mi Ramón Bragaña y Roberto Ortiz, ya
vestidos con ropa de calle, que querían ver lo que yo estaba haciendo; y al
poco rato lo hicieron Mamerto Dandridge y Luis Rodríguez Olmo, quienes me
dijeron que como me estaban escuchando por todas partes, creían que había doble
juego y por eso regresaban al parque. Y cuando salí del parque Delta, estaban
tres calles llenas de taxis esperando a la gente y al verme salir solo, hube de
escuchar una retahila de mentadas de madre con los cláxons..."
- Y
transmitiste series mundiales diciendo que estabas en Estados Unidos cuando en
realidad te encontrabas en México -se le recuerda...
"Sí.
Así trasmitía desde el estudio y para darle credibilidad al asunto, traducía
simultáneamente la transmisión radiofónica en inglés intercalándola con discos
de ambiente de estadio. Fueron 44 series mundiales las que trasmití de ese
modo..."
Concluirá