Clipperton, una pequeña isla con una gran historia

Londres, 14 oct.- Erase una vez una isla que fue bautizada como Clipperton en memoria de un pirata inglés, que provocó un agrio contencioso entre México y Francia y que, en fin, hoy vuelve a la actualidad tras el estreno de un curioso documental en Londres.

Clipperton, llamada también Isla de la Pasión, ha escapado del olvido histórico gracias al productor mexicano Manuel Arango y al cineasta británico Robert Amram, ganadores en 1971 de dos Oscar de Hollywood por el cortometraje "Centinelas del Silencio".

Arango y Amram presentaron el lunes en el centro cultural Barbican de Londres el documental "Clipperton: Isla de la Pasión", obra que vuelve a poner en el mapa una ínsula deseada por algunos de los estadistas más poderosos de los siglos XIX y XX.

La cinta, que dura 52 minutos muy entretenidos, narra una historia sorprendente cuya parte central es una disputa entre México y Francia por la isla de Clipperton.

La Isla de la Pasión, denominación que -según Arango- "tiene que ver con la festividad de la Semana Santa y es de origen francés", es, en realidad, un pequeño atolón en el Océano Pacífico, a 1.248 kilómetros al sudeste de la ciudad mexicana de Acapulco.

Fue el navegante español Alvaro de Saavedra quien descubrió la ínsula el 15 de noviembre de 1527 durante su exploración de "El Gran Mar", como se conocía entonces al Océano Pacífico, y la bautizó con el nombre de Isla de Médanos.

Sin embargo, el pirata inglés John Clipperton acabaría por legar su nombre a la isla, utilizada por el propio filibustero como escondrijo tras arribar en 1705 a bordo del navío "Saint George".

La posición estratégica de la isla -que también se llamó Nublada, Mudleda, Farallón Blanco y Roca Partida- despertó pronto el interés de las grandes potencias de la época. Tanto que, aún sin echar pie a tierra, en 1858 fue reclamada para Francia por el rey Napoleón III "El Pequeño".

En respuesta a las pretensiones francesas, México argumentó que la isla fue una posesión española y que, tras la independencia del país centroamericano en 1821, pasó a sus manos por una cuestión de herencia automática.

Ante los oídos sordos del Gobierno de París, el presidente mexicano Porfirio Díaz no se lo pensó dos veces y, en 1906, envió a Clipperton un pequeño destacamento al mando del capitán Ramón Arnaud Vignon, que ocupó el atolón y construyó un faro.

Para rebajar las tensiones, ambos países acordaron someter el contencioso al arbitraje del rey italiano Víctor Manuel III, quien desechó en 1931 los argumentos mexicanos y falló a favor de los franceses.

Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), la isla, deshabitada desde 1917, interesó al entonces primer ministro británico, Winston Churchill, y al presidente de EEUU, Franklin Delano Roosevelt, en los momentos más críticos del conflicto.

Primero, Churchill mandó en 1944 una expedición secreta de reconocimiento, pero tan pronto como Roosevelt supo de la presencia británica, la Marina estadounidense se plantó en Clipperton y no abandonó ese territorio hasta el final de la guerra.

Hoy día, la isla está administrada por París desde la Polinesia francesa, aunque Arango y Amram se preguntan: "Si ningún francés ha vivido nunca en la isla y hay mexicanos que nacieron y murieron allí, ¿por qué Clipperton pasó a ser posesión francesa?".

Su documental, basado en la investigación de archivos históricos en Francia, EEUU, España, Italia y México, ya se ha mostrado en el país latinoamericano, donde "la mayoría siente que la isla debería ser territorio mexicano", según el productor de la cinta.

A pesar de que Arango no cree factible la devolución de Clipperton, habitada hoy por ocho millones de cangrejos rojos y santuario de aves marinas, sí que ve posible algún acuerdo bilateral "que preserve su naturaleza para beneficio de la humanidad". EFE

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